“Patrimonio de la Memoria de los Derechos Humanos en Chile: Sitios de Memoria protegidos como Monumentos Nacionales 1996/2016” es un libro fotográfico, lanzado el año pasado, que recopila la historia de 22 sitios donde fueron violados los derechos humanos por la dictadura militar.
A la luz de los dichos del recién renunciado ministro de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Mauricio Rojas, este trabajo de visualización y sensibilización habría sido considerado un total montaje, así como cada uno de sus relatos sobre los Hornos de Lonquén, el Estadio Nacional, la Villa Grimaldi, Londres N°38, Pisagua, el Estadio Víctor Jara o la Isla Dawson, entre otros.
Recordemos que las políticas culturales se amparan en varios documentos internacionales, entre ellos la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, y la Convención de la Unesco sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales. Instrumentos que constituyen un patrimonio común de la humanidad y motores del desarrollo sostenible, los cuales sin ambigüedad debe respetarse, valorarse y preservarse por el bien común de todos. En este contexto, el Museo de la Memoria o el libro recién mencionado constituyen iniciativas imprescindibles para nuestro devenir histórico.
Si queremos construir un país menos desigual y con mayores niveles de confianza, necesitamos que nuestras autoridades reconozcan, promuevan y valoren el patrimonio de todos. No que lo nieguen, silencien o desprecien. Actitudes como esas sólo nos alejan de la posibilidad de construir un “nosotros”, desde vínculos solidarios y pacíficos, y una cultura democrática.
Los liderazgos de todas las instituciones, hoy más que nunca, deben generar confianza, convicción, reconocimiento del otro y hacia el otro, esperanza colectiva. Ser capaces de movilizar los talentos de las personas sin menoscabarlos. Es por ello que este es un momento fundacional para hacer de las Culturas y su territorio un lugar donde se plasmen y valoren los Derechos Humanos.