Día del Niño: Migración y conexión social

El pasado domingo 05 de agosto se celebró el Día del Niño, conmemoración de carácter comercial, que suele dar curso a muchísimas actividades familiares de manera transversal, pero también segregada. Este 2018, el Día del Niño llegó con un nefasto número: la UNICEF estima que más de 400 niños han fallecido realizando un viaje para encontrarse con sus familias y optar a mejores condiciones de vida, lejos de la violencia, explotación, abusos y nuevas formas de esclavitud.

Si a esto sumamos los cerca de 15.000 menores que llegaron a distintos países como inmigrantes, sin sus familias, en un mercado del tráfico de personas, es aún más funesta la realidad de miles de niños en el mundo. Tema que no está lejos de la sociedad chilena pese a que, muchas veces, es silenciado. Es de público conocimiento el aumento en 900% de la detención de niños, separados de sus padres, en la frontera de Estados Unidos; y aunque existan matices respecto de la medida, se evidencia la violencia física, estructural y simbólica ejercida contra los niños por distintos gobiernos.

La Convención sobre los Derechos del Niño, que promueve los derechos de los niños y niñas, fue certificada en 1989 por las Naciones Unidas, confirmando nuestro país su adhesión en 1990. Desde entonces han pasado 28 años, donde las sombras del Servicio Nacional de Menores, ministerios y organismos privados, que debieran velar por la protección y desarrollo de los niños, están al debe con el bien común de la sociedad.

Las niñas y niños tienen derecho a aprender todo aquello que desarrolle al máximo su personalidad y capacidades intelectuales, físicas y sociales. Participar activamente en la vida cultural de su comunidad, a través de la música, la pintura, el teatro, el cine o cualquier medio de expresión. Construir su identidad y ser parte de una sociedad con memoria proyectiva que despierte su creatividad e imaginación.

Muchos menores, a propósito del Día del Niño, estuvieron jugando en eventos masivos o privados, en una suerte de conectividad virtual. Recordemos que el juego es una actividad primaria de la persona en desarrollo. Los juegos están extremadamente arraigados en la humanidad, ya que cada poblado expresa, a través de sus juegos, su origen, ritos, historias y sueños.

Es por ello que, mediante la autenticidad del juego, se puede lograr una conectividad real con el espacio y el entorno urbano. Porque el juego es una maravillosa forma conexión social.

La invitación es comenzar a conectarnos a través del juego, aprovechando el riquísimo almanaque de juegos populares, tradicionales y autóctonos de Chile, que son parte del Patrimonio Inmaterial de cada zona.

La Estrella de Tocopilla, El Ilustrado, La Estrella del Loa,

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