2018 ya nos sorprendió con el fin del primer semestre y el correspondiente receso estudiantil. Las vacaciones de invierno llegan en el contexto de importantes discusiones globales que sin duda van más allá del aula, pero también en medio de la realidad cotidiana de muchas familias que desean disfrutar unos días de esparcimiento con sus hijos. Muchas veces grupos familiares tensionados por la inestabilidad laboral, el aumento de la tasa de cesantía y una promesa de crecimiento y estabilidad que aún no ha llegado a sus mesas.
¿Qué hacer y qué desafíos enfrentar durante estos días de receso, sin angustiarse en el intento, primero, y de la mano de los conceptos de Desarrollo Humano, Educación y Patrimonio? Un trinomio emergente que asume la apropiación, por parte de la ciudadanía, de valores culturales inherentes a los bienes patrimoniales del barrio y la ciudad, pudiendo vislumbrar en ellos un horizonte de sostenibilidad y reconocimiento.
Compartir este trinomio no tiene grandes costos económicos asociados. Camine por su barrio o ciudad; si está en Santiago, súbase al transporte público de superficie o subterráneo. Navegue por el Arte Metro, embárquese por el Museo a Cielo Abierto de San Miguel, camine por la Zona Fundacional de su ciudad, suba a la Torre del Museo Histórico, escudriñe el Museo Postal del Correo, sumérjase en el Museo del Ahorro del Banco Estado, no silencie su memoria y conmuévase con Londres 38, disfrute la noche con los letreros de Valdivieso y Monarch. Todo esto es gratis, solo requiere de su voluntad de convivir y descubrir. Si viaja por Chile, maravíllese de su riqueza natural, etnográfica y arqueológica.
Hoy, uno de los principales desafíos de nuestro país es caminar hacia modelos de gobernanza y participación que reconozcan al ciudadano, y donde el Desarrollo Humano, Educación y Patrimonio sean los ejes rectores. Esto porque la falta de reconocimiento a la identidad y memoria de los barrios y ciudades sólo ha logrado erosionar y generar sistemas democráticos más vulnerables. Al respecto, ya tenemos interesantes ejemplos de empoderamiento ciudadano para un hábitat sustentable y a escala humana, como es el Barrio Plaza Chacabuco en la comuna de Independencia y otras zonas de Macul, Ñuñoa y San Joaquín, pero que sin embargo son invisibles para los medios de comunicación tradicionales.
Estos casos dan cuenta que estamos asistiendo a un cambio profundo del actual modelo de rige nuestra convivencia. Porque sólo se protege y conserva lo que se conoce y se valora. La gastronomía de los barrios, su patrimonio vivo, los lugares que le han otorgado identidad, sus ritos, oficios, música y creencias están esperando a esas familias: adultos, jóvenes, niños y personas mayores para hacerse parte de la historia del despertar ciudadano.