El mito del origen está presente en muchas de nuestras fechas importantes como Nación. Así, 1810 marca el inicio de un proceso de reformas, mientras que 1818 es el año de la firma de la Declaración de Independencia. Cada una de estos hitos fundacionales, asimismo, han significado la instalación de nuevos símbolos y la necesidad de su rescate patrimonial.
Hace 108 años el lugar del rito de origen estuvo centrado en la antigua zona fundacional, entre la antigua Cañada, tatuada como la Alameda, y el trazo principal del caudal del Río Mapocho, la Estación Pirque y las calles aristocráticas del poniente de Santiago. En la calzada sur de lo que fuera La Cañada, se ubicó la Confitería Torres, lugar que se remonta al año 1879, y que fue parte de la gastronomía tradicional de la aristocracia chilena de los siglos XIX y XX.
En aquellos días el cuerpo diplomático brindó con vermouth el Centenario oficial de la República de 1910, en honor de los constructores del relato hegemónico del momento. Junto con este brindis, se rediseñó el nuevo eje urbanístico: la construcción del Parque Forestal, la inauguración del Museo de Bellas Artes, la Estación Mapocho, el acceso principal del Cerro Santa Lucía con el dios Neptuno y la instalación de los regalos de las colonias extranjeras radicadas en Chile. Italia con su ángel alado y su felino; Alemania con el dios Mercurio y Francia con la alegoría de la Libertad. Se trató de una nueva fundación, una fundación desde la Europa Clásica y de los modelos estéticos imperantes que n se extendieron por el país en cada celebración local.
Europa trajo la gastronomía que predominó en los festines oficiales del Centenario, Velaute aux Amandes; Tournedos Rossini; Dinde roti au jus; Poulet Demi-deuil, todo esto acompañado con el Vals de la Viuda Negra. Sin embargo, en los rituales no oficiales estaba la Cazuela de Ave con Chuchoca; la Malaya Asada con ensaladas de penca, la Chicha Baya; el Chacolí y el Huachucho, platos que sobrevivieron a contrapelo y que hoy representan la memoria y cultura de la historia de nuestro país, convertidos en Patrimonio Inmaterial.
Las Fiestas Patrias, sin duda, son nuestra principal Celebración Patrimonial. Hoy desafían a la ciudadanía a enfrentar el futuro en un abierto diálogo intercultural. Con un país con rostro humano y sustentable para todas sus regiones, el fortalecimiento de una democracia ciudadana, y la construcción de un proyecto de sociedad de largo plazo y digno para todos los habitantes de este territorio. Para sustentar el patrimonio no solo en sus mitos de origen, sino que en una riqueza cultural viva.